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después de la cuarentena

¿De verdad queremos volver al mundo que dejamos hace mes y medio?

Después de casi 50 días de confinamiento la gente está cansada. Queremos salir a la calle a disfrutar de la primavera. Sabemos que tendremos que ir con mascarilla, que habrá que mantener la distancia de seguridad, que disfrutaremos menos tiempo en la calle, pero ¡¡queremos salir!! Cuando llegue el buen tiempo de verdad a muchos les va a ser prácticamente imposible aguantar en casa. Habrá quien prefiera arriesgarse a la multa con tal de sentir un poco de libertad en sus carnes.

El confinamiento está haciendo estragos a nivel psicológico. En China, por ejemplo, después de la cuarentena, han aumentado exponencialmente la solicitudes de divorcio en los juzgados. No es fácil llevar esto. Intentamos esquivar como podemos tanta negatividad, quizá hemos aprendido a no ver los telediarios para desconectar de la cruda realidad, o a dejar de interaccionar en los grupos de whatsapp, preferimos ver series divertidas o jugar a la videoconsola. Cada uno hace lo que puede.

También he leído por ahí que mucha gente se dedica a mandar mensajes a sus ex después de años, a ligues de una noche o a amigos de la adolescencia. Los psicólogos dicen que ante situaciones de incertidumbre se prefiere “lo malo conocido” y se analizan las relaciones pasadas con una perspectiva más crítica, reconociendo posibles errores y abriendo una puerta a una posible reconciliación o a retomar una relación congelada. Pero ¿por qué conformarnos con lo malo conocido cuando tenemos ante nosotros una oportunidad de cambiar, si no todo, gran parte del mundo que teníamos hace poco más de un mes?

La normalidad es una bomba con la cuenta atrás activada

Una pintada que se ha visto estos días en Hong Kong decía así: “No puede haber un retorno a la normalidad porque la normalidad era el problema de origen”. Interesante frase ¿eh? Yo creo que nadie se ha parado a pensar realmente en la mierda de mundo que teníamos hace poco más un mes y todo lo que ha cambiado (a peor, claro), en 45 días. Todos sabemos que hay guerras que asolan muchas zonas del planeta, que mueren diariamente miles de niños de hambre (8.500 según la OMS, Unicef y el Banco Mundial), que los problemas climáticos son preocupantes, que la brecha entre clases sociales es cada vez mayor, que el neoliberalismo es la mano que estrangula sin piedad a las clases medias y bajas y que después de la pandemia, todos estos problemas se multiplicarán por tres. Pero en el fondo, la gente mira su situación y siempre va a tener la excusa de que hay otros que están mucho peor que ellos.

Nos hemos acostumbrado a vivir en una mierda de mundo. Hemos normalizado la barbarie, las injusticias y las crisis como si fuera algo cotidiano, una rutina diaria más, y sin embargo estamos locos por volver a ella. Nos hemos vuelto inmunes a los males del planeta y aunque todos sabemos que siguen ahí preferimos mirar para otro lado y solo centrarnos en que esa mierda no nos salpique a nosotros ni a nuestra familia.

De las crisis también surgen oportunidades

Si miramos la historia comprobaremos que nunca hay cambios importantes sin crisis de por medio. Quizá estamos desaprovechando una buena oportunidad para cambiar las cosas. Quizá cuando acabe todo esto deberíamos salir a la calle y pedir mejores condiciones a todos los profesionales que nos han mantenido con vida durante la cuarentena: sanitarios, transportistas, trabajadores de supermercados, personal de limpieza y un largo etcétera. Quizá deberíamos mostrar en las calles nuestro rechazo a los políticos, a sus privilegios, a su manera de gestionar las crisis. Quizá deberíamos pedir, en definitiva, un poco más de respeto. Pero, ¿lo haremos? 

Nos han dicotomizado tanto para dividirnos y enfrentarnos entre sí que cuando llega el momento de estar unidos es prácticamente imposible pegar los trozos del jarrón roto. Me gustaría equivocarme pero cuando esto acabe cada uno mirará la manera de salvar su culo y amortiguar como se pueda los efectos que tendrá todo esto a nivel económico. 

Hay una cifra que deberíamos tener todos en mente: un 1% de la población del planeta maneja al 99% restante. Si todos nos pusiéramos de acuerdo quizá se cambiarían esos porcentajes, pero para eso están las religiones, los partidos políticos, el fútbol, el capitalismo y el comunismo, para separarnos más y más mientras seguimos normalizando el horror. Espero que tengáis un feliz confinamiento.

Os dejo con un vídeo que me ha parecido interesante al hilo de todo esto que hemos hablado:

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