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La Bolsa o la Vida

Mientras unos se juegan la vida en un hospital, otros, confinados, pero con salud, se preguntan qué pasará con sus trabajos, con sus proyectos, en definitiva, con su futuro, cuando todo esto acabe. Son tiempos sorprendentes, incómodos, que nadie, ni siquiera los más mayores, habían vivido antes y en los que el control de la creciente incertidumbre se hace imprescindible para reducir los niveles de estrés y ansiedad.

La situación que vivimos me recuerda aquel viejo chiste donde un atracador asalta a una víctima diciéndole: “¡La bolsa o la vida!” y el tipo, que tiene fama de tacaño, le contesta con toda tranquilidad: “Espere, que tengo que pensarlo”. La gracia del chiste radica en que, a priori, todos elegiríamos la vida y le daríamos inmediatamente al atracador todo lo que tuviéramos de valor. Sin embargo en circunstancias tan extraordinarias como las que estamos viviendo no es una pregunta fácil de responder dada la idiosincrasia de nuestros sistemas económicos.


Salud y economía


¿Qué es más importante, la bolsa o la vida? El instinto nos dice que lo primero es la vida y después la bolsa (la economía). Pero, ¿qué ocurriría si una vez se ha logrado afianzar la vida, después de mucho esfuerzo y un ingente gasto de recursos, no se puede sostener por falta de bolsa (economía)? En este caso las dudas del protagonista del chiste ya no son tan descabelladas…

Las crisis económicas que se han dado a lo largo de la historia han sido eso, económicas, problemas de bolsa que han ido asociadas después a problemas de sustentación de la vida como consecuencia de la falta de recursos originados por la crisis.  Sin embargo, casi nunca han estado en peligro la salud y la economía a la vez en un mundo tan globalizado como el actual, de ahí las discrepancias entre los que prefieren que se tomen decisiones políticas encaminadas a evitar la progresiva destrucción del sistema económico durante la pandemia (como es el caso de EE.UU), y los que eligen paliar los importantes estragos que está causando la crisis sanitaria, como es el caso de Italia o España. 

Resulta difícil encontrar el equilibrio. Si se apuesta más por la salud, el parón económico pasará factura cuando la pandemia remita, y si se da prioridad a la economía, la crisis sanitaria pasará factura elevando el número de muertos y marchitando la economía por el enorme gasto. 


La fragilidad del sistema económico


Lo cierto es que todos pensábamos que el sistema que sustenta nuestras vidas era más sólido y que no se vendría abajo a las primeras de cambio, pero parece que no. Nos acabamos de dar cuenta de que nuestro sistema económico es un castillo de arena construido en la misma orilla de la playa y que un mar embravecido lo está despedazando minuto a minuto, hora a hora, cada vez que las olas lo golpean.

Al final todo es tan simple como que si la gente no puede trabajar, ni prácticamente consumir, todo se va a la mierda. En solo dos semanas de confinamiento todos notamos que el edificio se viene abajo por momentos: pequeños negocios que cierran (se supone que hasta que termine la crisis), ERTES, autónomos sin ingresos y familias atrapadas en casa que ven cómo pasan los días con un futuro cada vez más incierto.

Lo que sí estamos aprendiendo es que los puestos de trabajo que,a priori, nadie quiere, se han convertido en indispensables para todo un país: cajeros de supermercado, limpiadores, transportistas, auxiliares sanitarios, celadores… Y otros trabajos, en principio más atractivos para mucha gente, han pasado a ser totalmente prescindibles, como el de futbolista, influencer instagramer, etc. 


¿Qué ocurrirá cuando todo esto pase?

La mayoría de nosotros nos aferramos a la idea de que todo esto acabará en pocas semanas y volveremos a nuestra vida de antes como si no hubiera pasado nada. Es como la ilusión que todo estudiante tiene de que le pongan en el examen solo las preguntas que se ha estudiado, pero en el fondo sabe que hay una probabilidad muy pequeña de que eso suceda. 

¿Qué pasará cuando todo esto termine? ¿La vida seguirá siendo la misma que hace un mes? A todos nos gustaría responder que sí, que quizá nos cueste recuperar lo perdido, pero podremos volver a la normalidad en poco tiempo. Todos lo esperamos y todos lo firmaríamos ahora mismo, aunque en el fondo sabemos que tiene pinta de ser un contrato con tanta letra pequeña que preferimos mirar para otro lado mientras dibujamos nuestra rubrica. En cualquier caso, habrá´que ser optimistas y estar más unidos que nunca para salir del atolladero.

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