Por qué «Pretty Woman» sigue rompiendo audiencias en televisión

Leo con estupor que en la última reposición de esta película en Telecinco en septiembre de 2020 (la 35ª desde su estreno en canales en abierto y 157 veces en total si contamos los canales de pago) fue la emisión más vista del día con un 14,1% de cuota de pantalla y 1.767.000 espectadores. Aunque la mayoría ya se la sabe de memoria (se estima que seis de cada 10 españoles han visto al menos un minuto de la película), lo cierto es que siempre es una apuesta segura. ¿Por qué? Cuando he leído la noticia ha emergido el sociólogo que llevo dentro y me voy a animar a hacer un pequeño análisis.

En 2020 se han cumplido 30 años de su estreno y, aunque parece un producto caduco y trasnochado para muchos (yo incluido), este cuento de hadas sigue embelesando a los espectadores que prefieren verla por enésima vez a otras películas más actuales. Sí, sabemos que el argumento es infumable, sabemos que ni de coña puede ocurrir eso en la realidad y que todo es una farsa pero la gente la sigue viendo. No olvidemos que Julia Roberts contó hace un año que estuvo a punto de no hacerla porque originalmente el guión no tenía nada que ver con la película que todos conocemos.

En un principio se llamaba “3.000” y al final, Richard Gere echaba de su coche a la prostituta tirándola unos billetes por sus servicios y dejándola abandonada en un callejón. Lo que pasó es que Disney financió el proyecto y evidentemente no podía consentir un final como ese, así que decidieron modernizar el cuento de Cenicienta y al final el rico y solitario millonario comía perdices con la simpática prostituta y le daba una vida llena de lujos. Entonces Julia Roberts sí que aceptó hacer la película y le valió su primera nominación al Óscar como mejor actriz. Diez años después conseguiría la estatuilla con “Erin Brockovic”.

Lo cierto es que pasan los años y a la gente le sigue gustando el cuento. Son los mismos que la vieron hace 30 años, los mismos que han comprobado en sus propias carnes que se trata de un fraude, pero tiene algo que impulsa a las mujeres a verla una y otra vez. Y digo mujeres porque los chicos, a pesar de haberla visto varias veces (casi siempre obligados por ellas), no entramos en el juego sentimental-romanticoide que tanto gusta a ellas. A nosotros solo nos atrae todo lo que se puede hacer con la pasta que tiene Richard Gere. Punto.

Sin embargo ellas no pueden parar de ver la escena de las compras, la de bañera cuando los dos están acarameladitos o cuando él le intenta pillar los dedos con el estuche de las joyas (que no estaba en el guión y fue una improvisación de Gere), pero, sobre todo, los suspiros femeninos y los “enga coño…” masculinos se multiplican cuando al final él va a buscarla en su limusina con un ramo de flores. 

Si le añadimos una banda sonora bastante ñoña pero efectiva, una Julia Roberts en todo su esplendor, con esa melena pelirroja y sus piernas kilométricas y el extraño magnetismo que desprende Richard Gere (bueno, más bien el hedor de su dinero), tenemos condensadas todas las respuestas sobre por qué cada año sigue siendo líder de audiencia cuando la reponen.

Y lo seguirá siendo. Al fin y al cabo la gente ve las películas porque es el único lugar donde ocurren cosas que jamás ocurrirán en la realidad, pero nos gusta pensar que quizá algún día por una conexión interplanetaria podrían suceder.